miércoles, 16 de noviembre de 2016

Oliver, el deportista y la isla de los piratas

Oliver era un deportista animado y esforzado. Le gustaba practicar todo tipo de deportes pero en especial lo que más le gustaba era el voleybol. Aunque como no tenía con quien entrenar se dedicaba a jugar el sólo tirando el balón por encima de la red de un lado a otro. Era divertido ver cómo corría de un lado a otro y saltaba a por el balón, sus pelos, que estaban revueltos en una enorme melena se revolvían aún más con cada movimiento.
 
Alb Maq en Flickr.com con licencia Creative Commons


La sorpresa llegó un día cuando a su cancha de voleybol llegó el pirata Juan Cristian Carlos, un famoso pirata del lago de Polvoranca. A este pirata lo que más le gustaba era comer pizzas de todo tipo. Por error le pinchó el balón a Oliver con su garfio cuando éste le tiró el balón para jugar juntos. Nuestro deportista quedó apenado pero el famoso pirata, para compensarle por haberle dejado sin balón le explicó a Oliver cómo llegar a la Isla de los Piratas de Polvoranca donde podría encontrar un balón nuevo, además de otros tesoros.
Y Oliver, sin dudarlo ni un momento se encaminó hacia la isla con toda la ilusión por conseguir un balón. Para ello preparó su maleta para el viaje con todo lo imprescindible para el camino: un mapa, una espada, un peine, un escudo, agua, un wáter portátil, algún amigo, un juguete por si se aburría, un toro, un loro y un hipopótamo, sus inseparables mascotas.

Le costó un poco mover su enorme maleta de viaje llena nada menos que ¡¡con un hipopótamo y un toro!!, pero fue divertido y no le faltaron los niños que le ayudaron a transportarla hasta el bosque. Al llegar a él se encontró con Gloria, la princesa.

Gloria era una princesa muy simpática y atractiva con unos pelos rosas muy divertidos. En seguida Oliver y Gloria se gustaron pero Oliver no le podía pedir salir, tenía que completar su misión para llegar a la Isla.  Pero Gloria tenía que poner a Oliver a prueba para permitirle el paso por el bosque así que decidió que nuestro protagonista probara sus capacidades jugando al Abecedario. Oliver demostró que dominaba perfectamente las palabras así que Gloria le permitió el paso no sin pedirle antes que, cuando regresara de la Isla de los Piratas fueran juntos a comer pipas al parque o al cine.

Oliver siguió su camino con la enorme maleta a cuestas y acordándose mucho de la simpática Gloria. Al salir del bosque llegó a un enorme acantilado, señal de que la isla de los piratas estaba cerca. Al comenzar a pasar por el desfiladero un curioso robot le tapó el paso junto con sus ayudantes. El robot que deslumbraba por su brillo le explicó que para poder pasar por el acantilado tendrían que superar una prueba Oliver  y sus amigos.

Oliver empezó a ponerse nervioso pero preguntó en qué consistía la prueba. Con sus cuerpos tendrían que formar un cohete. Los amigos de nuestro protagonista se pusieron manos a la obra, unos hicieron de alas, otros de asientos, y no sólo consiguieron hacer un cohete sino que… ¡¡lo hicieron volar!!. Cuando todos estaban contentos por superar la prueba el robot les explicó que aún no había acabado la prueba: tendrían que crear también un Lavacoches. Era una misión difícil, cuando todos pensaban que no lo superarían decidieron juntarse para hacer cuatro grandes rodillos con los que podrían limpiar los coches. El Robot quedó encantado, no sólo podrían lavar coches en él sino que… el mismo podría meterse para lavarse. Y así fue: el robot quedó más limpio que nunca (hacía mucho que no se podía lavar) y relucía como nunca.  Agradecido y contento les permitió el paso.

Al llegar a la playa ya se podía ver la Isla de los Piratas a lo lejos, pero al intentar coger la barca para poder llegar hasta allí una última sorpresa salió de dentro: el indio EscuchoMucho de la tribu de los Ruidosos. A estos indios les encanta escuchar la naturaleza, a los animales y todo tipo de ruidos así que le pidió a Oliver que, con ayuda de dos de sus amigos (que llevaba en la maleta) le contara una historia con muchos muchos ruidos. El deportista accedió y le contó la historia de un amigo que le gustaba tanto tomar refrescos en lata y que eso le permitía lanzar pequeños cohetes por su boca. Al EscuchoMucho le gustó tanto la historia que no sólo le dejó utilizar la barca sino que él mismo le acompañó remando hasta la isla delos piratas donde Oliver pudo encontrar un balón de voleyball nuevo y … algún que otro tesorillo interesante.

Y tras tres tris, este cuento acaba aquí.

Cuento dedicado a la Asociación de Vecinos Barrio Centro de Leganés , por confiar en ImproSur y en el espectáculo CuentatuCuento en el Día del Socio de 2015.

Cuento publicado con licencia Creative Commons. Puedes compartirlo o utilizarlo siempre que cites la fuente de origen incluyendo un enlace a este blog.

Gracias.

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